Lo malo de escribir tres semanas después de comenzar con la asignatura es que las cosas se van olvidando, ya no se ven tan nítidas, pero ese es mi problema, a si que a continuación voy a estrujarme bien los sesos para intentar condensar de la mejor manera posible todo lo que hemos ido aprendiendo a lo largo de estas tres semanas:
La primera semana nos centramos sobre todo en la idea de aprendizaje. ¿Y qué es el aprendizaje? sin duda es un término al que estamos acostumbrados. Hemos ido a la escuela, al instituto y en este momento estamos en la universidad para aprender algo que nos sea útil en nuestra vida, que nos convierta en alguien. Pero sin duda, el aprendizaje es mucho más. Nunca dejamos de aprender, es un proceso que ocurre a lo largo de toda nuestra vida y que responde a una capacidad natural innata en los seres humanos, aunque no queramos somos una especia de esponjas que se impregnan de nuevos conocimentos, nuevas competencias para poder seguir adelante en nuestro mundo.
Pero, ¿por qué aprendemos? pues básicamente aprendemos para cambiar, para evolucianar y perfeccionarnos, para adaptarnos a las exigencias del entorno. Cada una de esas competencias que adquirimos nos modifica, nos hace diferentes, en algunos casos nos ayuda a ver una parte de realidad que antes no contemplabamos, nuevos prismas desde los cuales observar lo que ocurre a nuestro alrededor. Pero no sólo debe cambiar el educando sino también el educador y esta es una idea que no podemos olvidar de cara a nuestro futuro desempreño profesional. Debemos tener en cuenta que la acción educativa es bidireccional, se basa en la interaccion, en la comunicación entre dos sujetos que dan y reciben y de esta manera van construyendo su relación. Nosotros como educadores debemos cambiar todo aquello que sea necesario para poder ayudar al otro, sin olvidar que de nuestros usuarios también vamos a aprender, vamos modificar nuestra conducta según el mensaje que nos transmitan, para adecuarnos a sus necesidades.
En relación con todo esto hablamos del Modelo del Observador, la acción y los resultados:
Según este modelo, el observador (en nuestro caso el educador), busca a través de sus acciones una reacción o unos resultados concretos en la otra persona. Si estos resultados no se consiguen, el observador debe cambiar sus acciones, lo cual se denomina aprendizaje de primer orden. Sin embargo, si tras modificar repetidas veces nuestras acciones seguimos sin obtener los resultados esperados, es cuando tiene lugar el aprendizaje de segundo orden. En este caso no cambiamos nuestras acciones, sino que intentamos reflexionar a cerca de qué es lo que ocurre con nosotros mismos, qué tenemos que cambiar en nuestra persona para conseguir aquello que queremos. En mi opinión esto es algo muy complicado, pero al mismo tiempo una gran oportunidad, puesto que tenemos que realizar un ejercicio de autoanálisis en el que identificar aquellos aspectos que debemos modificar en nosotros, pues todos sabemos que nuestras experiencias, nuestras creencias en algunas ocasiones pueden estrecharnos nuestro campo de visión e impedir que seamos concientes de todas las posibilidades a nuestro alcance. Es un ejercicio de humildad, pues supone dejar de culpar al otro por los fracasos y buscar la respuesta en nosotros mismos, pero también creo que es importante recordar que en el aprendizaje hay dos protagonistas, que la relación es bidireccional y que tampoco debe de ser sano culpabilizarnos de todo aquello que no salga bien, el otro también tendrá algo que ver, pero debemos empezar cambiando nosotros mismos y quizá de esa manera motivemos un cambio en los demás.
Otro aspecto muy importante que vimos relacionado con esto fueron las dos emociones que suelen surgir cuando a pesar de nuestros esfuerzos no logramos conseguir los resultados deseados. Una de ellas es la resignación, que bloquea nuestras acciones creativas que hace que permanezcams pasivos como si nada de lo que hagamos pudiera surtir efecto, como si prescindieramos totalmete de cualquier tipo de control sobre la situación. Por otro lado nos encontramos con el resentimiento, el rencor hacia el otro como reflejo de nuestra rabia e impotencia. Como educadores creo que debemos tener muy en cuenta estas dos emociones y los efectos devastadores que pueden tener sobre la acción educativa, que hagan que perdamos de vista que la otra persona es el eje y la razón de nuestra actuación, que estamos ahí por y para ella y que de esta manera no conseguiremos ningún cambio, ningún progreso. En mi opinión nuestra profesión requiere de grandes dosis de paciencia y perseverancia; los cambios no ocurren de la noche a la mañana, todo forma parte de un largo proceso y no debemos abandonar en el camino. Sé que resulta fácil decirlo sin haberse enfrentado nunca a una situación así, pero creo que todos deberíamos acordarnos de esto de cara a nuestro futuro como educadores sociales.
P.D: En vista de la extensión de lo que acabo de escribir, creo que es mejor que continúe con la siguiente semana en otro post para que no resulte muy pesado.

Hola Elena,
ResponderEliminarSobre el aprendizaje es importante tener en cuenta, bajo el punto de vista explicado en clase, algo que no he explicado. A ver si me lo recuerdas.
Las áreas de aprendizaje en la relación educativa se encuentran, precisamente, cuando declaramos algo que no podemos abordar o alguien nos lo indica. Esto quiere decir que toda crítica puede tener su parte positiva. Está bien felicitar por algo que se hace bien y está mejor criticar por algo que, uno entiende, que es incorrecto o erróneo. Ahí se abre un área de aprendizaje.
Ánimo y seguir así.
Saludos
Iñaki